EL DESEO

  


 Definir el deseo no es una cuestión fácil. Precisamente, es el Psicoanálisis la disciplina que más se ha ocupado de dicho concepto, tan útil y efectivo en nuestra vida. Se podría decir que es la pulsión que siente un sujeto hacia algo que le apetece. Se relaciona con las palabras anhelo o esperanza de obtener algo, pero a diferencia de estas, la palabra "deseo" comporta una fuerte carga emocional pues se asocia al placer.

    El deseo implica aceptar que somos seres "sexuados", que tenemos un cuerpo pulsional, siempre en funcionamiento, y no meramente un cuerpo fisiológico. La palabra está asociada a los instintos primarios del ser humano y a la pulsión por satisfacerlos.

    Las pulsiones están actuando en nosotros de manera constante: hay dos grupos fundamentales: las pulsiones "eróticas", que nos llevan a la búsqueda del placer, el bienestar, la novedad, las relaciones, el amor, la creatividad y la genitalidad y las pulsiones "de muerte", que nos empujan hacia el dolor, el odio, el sufrimiento, el malestar, la destructividad y la "anti-creatividad". Ambas pulsiones están relacionadas y coexisten, aunque en distintas proporciones. La naturaleza humana está llena de deseos. A veces prevalece el deseo hacia la vida, a veces el deseo hacia la muerte.

    Pero: ¿vamos a dejarnos sofocar por la pulsión de muerte? La mejor manera de lidiar con ella es sublimarla, encauzarla. Hay una relación entre las pulsiones, los deseos y la sexualidad (tema amplísimo).
    Todos tenemos una "energía psíquica" (libido) que se enlaza a diversos objetos. Esta libido busca satisfacerse, busca deseos, objetos. En los sueños, por ejemplos, vemos muy claramente que en ellos aparecen deseos insatisfechos que no se han podido realizar.
    La libido necesita circular. El problema es cuando esta "se incrusta", se solidifica, siendo incapaz de que aparezcan objetos a través de los cuales se pueda satisfacer. Tanto en la pulsión de vida como en la pulsión de muerte hay una energía (libido) en juego: hacia dónde dirigimos esta energía es algo fundamental.
    Los deseos nos mueven, en tanto éstos implican satisfacciones libidinales: "desear estudiar", "desear viajar", "desear aprender", etc., implican poner libido o energía psíquica en distintos objetos.
    En todo lo que hacemos hay una energía puesta en juego (actúan unas pulsiones y hay una satisfacción libidinal: deseos).

El deseo es un hoyo sin fondo, siempre volverá. 

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